Recuerdo del primer mensaje :Prólogo: Todos los días, yendo al trabajo, paso por unos campos abandonados al lado de la costa, donde crece algún que otro olivo silvestre (ullastre) pequeñito. Después de ver este post (http://www.bonsaimenorca.com/articulos/articulos-tecnicos/recuperacion-de-ullastres-yamadori/), el cual recomiendo encarecidamente leer, me decidí a probar yo mismo.
Primero elegí el árbol en cuestión: uno de los más pequeñitos, pegado a la carretera y viviendo en condiciones duras (en verano está continuamente lleno de polvo), con muchas ramas secas. Remarco esto porque es, cuanto menos discutible (en cuanto a ética) recuperar un árbol que sea un ejemplar extraordinario y que vive en plena naturaleza. En mi caso es un ejemplar de bajo valor, perfecto para experimentar.
Siguiendo los consejos dados en bonsaimenorca (si no os habéis leido aún el enlace del primer párrafo, hacedlo ya), lo que primero hice en otoño fue defoliarlo en el campo casi completamente. La razón fundamental es para provocar que el árbol mueva savia por el tronco y favorecer así la futura brotación cuando lo recuperemos.
El otro día pasé con tiempo (y herramientas) a echarle un ojo. Así lo encontré (CLICK para verlas en detalle):
La tercera foto corresponde a otro ejemplar cercano, para que veais el tamaño de hoja que tienen estos pequeños olivitos.
Azada en mano, fui retirando tierra hasta que llegué a las raices. Como se puede ver, tenía un enorme muñón debajo de los dos troncos, de donde salian las raices:
Al extraerlo, mojé las raices abundantemente, y las envolví para conservar dicha humedad. Ya en casa, lo puse en una maceta con agua para rehidratarlo, y porque no tenía tiempo para meterle mano.
Al día siguiente (hoy), preparé las cosas para el transplante. Primeramente, sierra de madera en mano, corté el antiestético muñón, intentando que el corte fuera lo más limpio posible.
Después, separé ambos troncos para hacer esquejes diferentes. Como se puede observar, ambos troncos adolecen del mismo fallo: un tramo recto y antiestético, para luego coger algo de movimiento. Mi idea es coger los extremos como dos esquejes diferentes, y los principios como otros dos. Cuando broten, ya pensaré futuros diseños, aunque la palabra ten-jin resuena por mi cabeza
Los principales cortes los sellé con pasta selladora, para evitar en la medida de lo posible la pudrición de la madera. Como se puede observar, también reduje prácticamente todas las ramas (la mayoría estaban secas). En la zona del cambium eché hormonas en polvo para intentar fomentar el crecimiento, aunque están pasadísimas de fecha por lo que no sé si ayudarán...
Y ahora viene el quid de la cuestión. Para favorecer el enraizamiento y la brotación, en muchos sitios explican la
técnica de la bolsa de basura. En esencia, consiste en cubrir al ejemplar con una bolsa de basura cerrada, lo que le provoca un ambiente oscuro y con humedad casi absoluta. Este ambiente favorece muchísimo la brotación, y tiene fama de ser muy bueno para recuperar ejemplares. ¿ Por qué ? Pues por lo visto, hacemos creer al árbol que ha sido enterrado (mucha humedad y poca luz) , por lo que se esfuerza en brotar y crecer para sobrevivir.
En mi caso, después de transplantar a un sustrato drenante (45% akadama, 45% volcánica, 10% turba), y de regar abundantemente hasta que el agua fluyera bien por los drenajes, preparé los arbolitos. Uno de ellos lo até y puse una estructura de alambre, para que al poner la bolsa no toque al árbol (dañaría los tejidos). En el otro arbolito, en vez de alambre utilicé una maceta vacía dada la vuelta como protección.
Ya solo me quedó meterlos en las bolsas de basura, cerrarlas bien y dejarlas en un sitio con temperatura constante y resguardados de viento y roces (en mi caso el garaje)
Ahora toca cruzar los dedos, e ir mirando a los arbolitos cada semana para controlar la humedad y la brotación. Si todo sale bien, iré actualizando el post con la evolución de esos palos rectos recuperados...
Si llegaste hasta aquí: ¡ gracias por leerte el ladrillo !